17 agosto 2010

Un cómic al día: Diario de guerra, de Solano López (Panini)

Por fortuna, las editoriales que apuestan por recuperar material clásico cada vez son más. En esta ocasión nos ocupamos del primer tomo Diario de guerra que reúne el trabajo como dibujante del español Francisco Solano López en la editorial británica Fleetway, en su serie de cómics bélicos Picture Library, que aparecieron entre 1858 y 1954.
Los Picture Library bélicos de Fleetway fueron escritos por guionistas británicos como Donne Avenell, Willie Patterson, David Satherley, entre otros (no es raro encontrar algunos de los que desconocemos el nombre), y entre los dibujantes destacan las aportaciones de Hugo Pratt (Corto maltés), Enrique Breccia (En las montañas de la locura), Alberto Breccia (Los mitos de Cthulhu, Martín Fierro), Luis Bermejo, Jesús Blanco (Zarpa de acero) y el caso que nos ocupa, Solano López, que dibujaría también la primera versión de El eternauta de Oesterheld.
Este primer tomo nos ofrece cuatro cuadernillos completos: Los hombres de Macgregor, La fortaleza volante, El honor de la RAF y Cerca del enemigo. Son historias fruto de su tiempo, publicadas a principios de los años 60, que destilan un sabor patriótico único, en el que muchas veces debemos ignorar nuestro sentido de la verosimilitud para disfrutar, como los jóvenes lectores de la época, de todo el sabor de estas hazañas bélicas. Sin duda eran otros tiempos. El potencial del cómic como medio narrativo no se ve explotado como debería: los farragosos y omnipresentes textos en caja lastran mucho la lectura y en muchas ocasiones son reiterativos con la imagen. La férrea estructura de dos viñetas por página tampoco da muchas ocasiones de realizar proezas gráficas. Pero, aún así, Solano López hace todo lo que está en su mano para que resulte un tebeo vibrante y atractivo. Quizá las dos mejores historias sean las últimas: en El honor de la RAF, un traidor entre las filas de los aviadores y una escaramuza dentro de las líneas enemigas conseguirán que dos militares antagónicos -uno de la fuerza del aire y otro de tierra- se reconcilien en su trabajo; mientras que en Cerca del enemigo, el guionista de turno, I.B. Kellie, nos muestra que no hace falta ser maniqueo y que, aun dentro de una guerra, pueden existir los caballeros (cosa, por otra parte, muy literaria y que en la realidad no se dio tanto, como muestran los documentales de la BBC).
Dos últimos apuntes. ¿Posibles influencias posteriores? En la secuencia final de bombardeo de una escondida base alemana en Los hombres de Macgregor es inevitable pensar en la destrucción de la Estrella de la Muerte en Star Wars de George Lucas; en Cerca del enemigo, la mutua admiración que se profesan los enemigos recuerda -aunque es improbable la influencia- al anime Héroes del espacio.
Completan el tomo los diferentes artículos históricos de Antoni Guiral, que aportan el matiz histórico-académico y que son de agradecer. Una obra, en fin, que quizá para los nuevos lectores no tenga interés, pero para los más avezados y para los interesados tanto en la historia del cómic como de la IIGM será de interés.

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