07 agosto 2011

Algunas lecturas de verano

Cada año aprovecho el verano para leer algunos cómics que, inexplicablemente, llevan años en mi biblioteca y aún no he leído.

Uno de los que he leído esta semana ha sido Batman: Luz de gas, una historia alternativa de Batman (esos que DC creaba en la línea Otros Mundos) donde Bruce Wayne es un rico heredero americano de fin de siglo que ha estudiado en Europa junto a grandes figuras como Sigmund Freud. A la vuelta a Gotham, empiezan a repetirse los crímenes no resueltos en Londres de Jack el Destripador, y Batman deberá hacerse cargo de ellos. Batman: Luz de gas es una historia entretenida; a mí, personalmente, me llama poderosamente la atención por su ambiente fi de siecle al que soy adicto, y en el aspecto gráfico, brilla la conjunción de autores: al lápiz, un Mike Mignola pre-Hellboy, que aún no había terminado de encontrar su estilo pero en el que ya reconocemos su gusto por los claroscuros, y a las tintas un discreto P. Craig Russell. El guión corre a cargo de Brian Augustyn, y si bien es entretenido y bien ejecutado, termina siendo bastante obvio. La obra ha sido publicada en España por Zinco y más tarde por Norma, pero ignoro si Planeta también lo ha editado o lo tiene en mente.

Otro de los cómics que he retomado después de, más o menos, once años de haberlo comprado, ha sido El amnios natal (The Birth Caul), cómic de Alan Moore y Eddie Campbell (responsables también de From Hell) que se basa en una performance que dio Moore. Hay que tener en cuenta, por tanto, la naturaleza original del texto: se trata, más que nada, de una divagación poética en la que la tela amniótica que recubre la cabeza con la que algunos niños vienen al mundo es el centro de una reflexión sobre la vida y la muerte, el sentido de la existencia, los recuerdos de la juventud... Se trata de un cómic en el que Campbell ha tenido que hacer un esfuerzo extra para poner en imágenes las abigarradas metáforas de Moore, el discurso inconexo, el agolpamiento de símbolos e imágenes que se van acumulando a lo largo de las páginas. No es una obra fácil, necesita de un lector que ponga todos los sentidos, e incluso diversas lecturas nos harán disfrutar de su valor. Porque, como determinada poesía, es una obra que a veces puede parecer complicada (un poco sí lo es) e incluso deslavazada, pero en realidad está muy bien tejida y Moore conduce al lector, aunque a distancia, por los caminos que él quiere. No es el Alan Moore memorable de sus grandes trabajos en el mainstream, sino un Moore más personal, más en contacto con sus intereses actuales, un Moore que gustará a quien admire a este hombre independientemente de sus obras más conocidas.

Finalmente, he cogido el Dr. Slump volumen 8, como ya he indicado muchas veces, mi obra favorita de Akira Toriyama. En este tomo, destacamos como hitos argumentales el paso de la cuadrilla de Arale de la escuela primaria a la superior, la llegada de los Tsun desde China en su tetera voladora, y el arco largo argumental de las olimpiadas escolares en la Villa del Pingüino. Humor de primera marca Toriyama, lleno de absurdos, de algunos momentos picantes (dentro de la inocencia del autor, claro)... Toriyama sigue en sus mejores años, cuando su trazo sigue siendo amable y curvilíneo, y no tiene la dureza que iría adquiriendo a medida que se adentrara en los 90 y su Dragon Ball... Esta edición Ultimate que publica Planeta incluye las páginas que originalmente estaban en color, además de una sobrecubierta que Toriyama ha realizado para la ocasión en la edición japonesa. Repito: no hay que perderse Dr. Slump.


[En verano aprovechamos para retomar lecturas que no pudimos hacer durante el curso, cómics que no son novedad pero que vale la pena reseñar, o volvemos sobre aquellos que no pudimos comentar con profundidad anteriormente]

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